La Presencia Divina

Once. Once vestidos. Once talismanes cargados de energía rinden tributo a la mujer. La síntesis de un viaje de once años que sigue la estela de una estrella hacia su destino.

Es la estrella más brillante del firmamento. Su luz te guía desde lo alto y te envuelve con su fuego abrasador. Un pacto entre el cielo y la tierra que te otorga la gloria de brillar. Es la radiancia del espíritu. Es la presencia divina.

La herencia de la costura de ayer maneja con soltura sedas nobles de colores. Bordadas a mano con delicados cristales y piedras preciosas dibujan formas que fluyen desde el imaginario, abrazan el cuerpo y conectan con el alma.

La mirada puesta en el mañana se deleita en todo un sueño. Once vestidos se mueven llenos de vida y el vínculo es inquebrantable. Ahora en ella reside la presencia divina.

Tu espíritu se viste de ti cuando el amor se hace diseño. Muere el lujo. Nace la esencia.

Andrés Acosta